Reina Roja Jack Escarcha El intercambio Lucía en la noche El Paciente Casi, casi No es mío El jardín del gigante

Amor y desamor.


"El amor puede haber aportado una miríada de emociones positivas al que ha amado y que es capaz de seguir su camino abierto al amor, sin resentimiento. Para quien puede aceptar la finalización del amor sin amargura la experiencia puede suponer autoconocimiento, mayor lucidez, la vivencia de emociones intensas, la conexión con otra persona y lo que el poeta libanés Jalil Gibran, en El Profeta, describe como una transformación personal:

Cuando el amor os llame seguidlo,
aunque sus modos sean duros y escarpados.
Y cuando sus alas os envuelvan, dobleagos a él,
aunque la espada oculta entre sus plumas pueda heriros.


Y cuando os hable, creed en él,
aunque su voz pueda desbaratar vuestros sueños,
como el viento del norte convierte el jardín en hojarasca.


Porque así como el amor os corona, os crucifica.
Así como os hace crecer, también os poda.
Así como se eleva hasta vuestras copas y acaricia
vuestras más frágiles ramas que tiemblan al sol 
también penetrará hasta nuestras raices y las sacudirá de su arraigo a la tierra.


Como espigas de trigo, os cosecha.
Os apalea para desnudaros.
Os trilla para libraros de vuestra paja.
Os muele hasta dejaros blancos.
Os amasa hasta que seáis ágiles,
y luego os entrega a su juego sagrado, y os transforma
en pan sagrado para el festín de Dios.
Todas estas cosas hará el amor con vosotros
para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón
y con este conocimiento os convirtáis en un fragmento del corazón de la Vida.


Pero si vuestro temor os hace buscar sólo la paz y las mieles del amor,
entonces más vale que cubráis vuestra desnudez
y os apartéis de la senda del amor,
para que entréis en el mundo sin estaciones, 
donde reiréis, pero no todas vuestras risas,
y llorarías, pero no todas vuestras lágrimas.


El amor sólo da de sí y no recibe sino de sí mismo.
El amor no posee y no quiere ser poseído.
Porque al amor le basta con el amor.

[...]"

- Brújula para navegantes emocionales; Elsa Punset.

El aprendizaje del amor y del sexo.

Fui a Londres a despedirlo, porque él se marchaba un año a trabajar en un campamento de refugiados en Sudán. Se suponía que se trataba de una separación temporal, pero cuando le dije adiós en el taxi me retuvo y dijo "Bésame otra vez. Es nuestro último beso." No le creí. Esperé durante meses una carta suya, primero con sello de El Cairo, donde tenía que hacer escala durante unas semanas; y más tarde desde Sudán. Pasaron los años, hasta cinco incrédulos años esperando noticias suyas, que nunca llegaron. No quise aceptar la realidad, ni pude aprender nada de aquella situación, tan sólo padecía el dolor, vertiginoso, implacable. A veces me parecía que un perro rabioso me destrozaba el corazón a dentelladas. Recordaba su voz cuando me decía que quería. De aquella situación sólo derivé un dolor yermo que me iba secando el corazón. Temía volver a amar.

Pasaron quince años. En el transcurso de ese tiempo me casé y tuve tres hijos. Un día me enfrenté a la crisis que había en mi matrimonio. Cuando la crisis parecía irresoluble y el amor un espejismo, tuve un sueño. Soñé que me volvía a enamorar. En el sueño sentí el mismo miedo irracional, incontrolable, a sufrir.

Las imágenes que desfilaban en mi sueño corrían veloces hacia el dolor y el fracaso que había vivido hacía quince años. Entonces el sueño se detuvo de repente. A cámara lenta, muy despacio, tuve la oportunidad de revivir ese amor imaginario desde la serenidad y la experiencia. El sueño me decía de una manera clara "Hazlo de forma distinta o volverás a sufrir inútilmente". Y desperté.

Pocas horas después, de forma inesperada, conocí a un hombre del que me enamoré. Pero esta vez frené la incipiente invasión de miedo y de dolor. Intenté aprender a amar. A lo largo de este proceso, he comprendido que, como cualquier otra capacidad humana, el amor es un instinto que todos poseemos pero para el que no estamos todos igualmente dotados. Algunos aman con naturalidad, sin demasiado esfuerzo ni dolor. Pero casi todos podemos aprender a amar mejor. Como todos los aprendizajes, el amor exige esfuerzo, disciplina y ciertos conocimientos. El camino de transformación a través del amor es doblemente complicado, porque requiere superar instintos básicos que surgen de forma natural con el sentimiento del amor, entre ellos la impulsividad y el deseo de amar libremente, sin coartadas, porque asumimos que las emociones "son lo que son" y que no hace falta trabajar en ellas. (Silvia, 42 años).

Brújula para navegantes emocionales; Elsa Punset.

Cabellos en el viento.


Hablar de temas triviales con la pared y esperar que te responda ... Qué triste.

Deseo que pase este mes. Quiero volver a las calles de mi pueblo, ver esa plaza, esas calles de las que algunas no me sé ni el nombre a pesar de lo pequeño que sea, mirar a los niños que para mi son unos desconocidos o encontrarme cara a cara con personas que conozco sólo de vista y pensar "como ha cambiado, no pasan los años por esta persona, no recuerdo haberla visto con ese corte de pelo ..."

Salir al patio y sentada en un pollete, como si fuera una niña pequeña, sentir la brisa del viento chocar contra mi pelo. Cerrar los ojos en la noche, a pesar de que con ellos abiertos no vea nada porque soy un gato negro entre oscuras siluetas, mientras escuche sonidos ocultos y extraños.

Añoro y echo de menos el despertarme mirando a la ventana, el abrir la puerta con cuidado de no hacer sonidos ruidosos que escucharía hasta el vecino de la calle más lejana, el oler constantemente a aire puro ... Echo tanto de menos el poder hablar con alguien conocido que despierto con la continua curiosidad de saber que me encontraré detrás de una puerta que para mi sigue siendo durante diez meses un extraño rincón.

Gran Jorge Bucay

Equiparar la felicidad con el placer.


Al pedirle, por ejemplo, que imagine una escena con gente feliz, la mayoría evoca de inmediato la imagen de personas riendo, jugando o bebiendo en una fiesta. Pocos imaginan a una pareja criando un hijo, a un matrimonio que cumple cincuenta años de casados, a alguien que lee un libro o a personas haciendo cosas trascendentes.