Reina Roja Jack Escarcha El intercambio Lucía en la noche El Paciente Casi, casi No es mío El jardín del gigante

Un bloody mary, por favor.

Cuando llega el crepúsculo no llevamos activado el botón on. Al contrario, estamos totalmente off y lo que buscamos en una noche cálida o gélida en el calor de una buena copa de alcohol que se va multiplicando por tres a cada cinco minutos de la noche.

La finalidad es la vida que lleva un búho. Salir por la noche. No queremos recogernos. No nos cansamos de escuchar pop internacional o música que retumba en nuestros oídos y que trastoca nuestra cabeza. Necesitamos un día de resaca. Un día en el que aclarar las ideas. Vivimos por la noche y dormimos por la mañana. Despierta nuestro interior con el estruendoso sonido de aquellas noches que acababan en mañanas debatiéndote entre la vida y la muerte y en las que la euforia no daba pie a retener nuestro cuerpo.
Las horas en las que todo el mundo duerme y tú sin embargo permaneces despierto hasta que el cuerpo te pida parar, cosa que no ocurrirá, es cuando ocurre el momento en el que pasan los efectos de entusiasmo y extraversión y no sólo se desmorona tu cuerpo sino que a él va acompañada la mente.

Cuando consigues ponerte en pie y te percatas de que tu cuerpo no da más de si es cuando decides seguir con la fiesta. Ni tu propio cansancio mental y físico pueden parar a la fiera de las juergas. Has perdido el norte en cuanto a tiempo y espacio. Es demasiado tarde para los jóvenes pero demasiado temprano para alguien que ha empezado a vivir de madrugada.

A pesar de ello, de esa desinformación o exceso de información, la deshidratación se ha convertido en tu enemiga. Y bebes y sigues bebiendo hasta que el alcohol no provoca efectos positivos en ti, pero ya es tarde para despertar a tu conciencia que navega en un mar de líquido destilado.

Quieres acabar la noche, no sabes como, ni por qué. Sin embargo, no eres tú el que acaba con ella, es la oscuridad del anochecer la que ultimará contigo.

Tú eres el demonio, yo soy tu ángel.

En un lugar remoto de los alrededores encontré una pequeña porción de pieza que me llevó cerca de aquel individuo que se hacía llamar cupido. Hicimos un intercambio de números, discutimos, dialogamos y llegamos a la conclusión certera de que había un día en su apretada agenda para poder dedicarle a mi solitario corazón un corto periodo de tiempo y poder encontrar en un lugar no muy lejano a mi príncipe salvador de princesas sin coronas ni que vivieran en la realeza.

Mi gran y preciado 2011.

El año 2011 ha estado plagado de sus cosas buenas y sus no tan buenas. Sin embargo estoy muy orgullosa de todo lo que he podido conseguir dentro de él, y arrepentirme de lo que ha estado a las puertas de formar lo que soy.

Aun así, estoy contenta.

Fue un año duro. Un año en el que me ponía frente a una serie de pruebas que debía superar para que mi vida corriera suerte y poder conseguir lo que sería mi sueño a corto plazo. Un sueño que no pude conseguir éste mismo año y en el que el nuevo me ha hecho cambiar de idea. Lo mío es pensar. Pero pensar sobre mí a pesar de que suene egoísta.

Siempre he sentido la necesidad de ayudar, y a pesar de que no lo hiciera bien siempre hice lo que pude en cualquier momento y espacio. El tiempo pasó volando. Tuvo sus más y sus menos. Cada día era un nuevo libro de aventuras y yo una aventurera empedernida. Conseguí aprobar esa difícil prueba. Aprobándola ya estaba todo hecho, ahora era el momento de escoger. Escoger en lo que te quieres convertir. Lo que quieres ser de mayor aún haciéndote así. En ese sentido no tuve muy buena suerte. A pesar de eso no me arrepiento de haber escogido lo que elegí. He conocido personas maravillosas en el recorrido de mi vida. Personas que formarán parte de ella siempre y cuando ambas sean correspondidas, pero otras se han quedado en el camino hacia otro mundo que no es el mío. Por una causa o por otra han dejado de formar parte de mi círculo vital. Tampoco me arrepiento de eso.

En éste año he aprendido a concebir la vida tal y como viene dada. A buscar solución a los problemas y no a dar vueltas como una noria perdida en el espacio.


Habiendo pasado la prueba tuve unas vacaciones inolvidables. Veía a personas que quería que estuvieran conmigo. Estaba en contacto con aquellas que me importaban realmente y conocía a otras que han formado parte de esa biografía que nos hace importantes y diferentes.

Vengo aprendiendo desde hace tres años atrás que todo lo que hacemos no viene congénito dentro de nosotros y lo expulsamos al exterior; sino que a través de otra persona que nos quiere y nos respeta somos capaces de aprender acciones que jamás hemos llevado a cabo. He aprendido a querer a alguien que no he tenido a mi lado desde que nací, he aprendido a besar de forma diferente y con sensaciones que no podría describir, a abrazar sin sentirme culpable y a llorar sin tener una razón para hacerlo.

Dicen que las lágrimas en el rostro de una persona no son dignas de observar, pero el que las desprende por sus mejillas siente la necesidad de hacerlo y es más feliz que aquel que las aguanta.

El 2011 ha sido un año en el que he crecido una vez más. Tanto física como personalmente. Me siento vital, siento correr la felicidad por mis venas y ello se dibuja mágicamente en la comisura de mis labios.

Por ésto y todo lo que ha ido pasando a lo largo de ese periodo de 365 días que contuvo y retuvo el dos mil once no me queda más que decir. Adiós diciembre, hola enero.