Reina Roja Jack Escarcha El intercambio Lucía en la noche El Paciente Casi, casi No es mío El jardín del gigante

Love me.

Llevaba días queriendo decirte todo lo que te quería. No sabía como, ni el porque de quererlo. Decidí, pues, escribirte todo lo que sentía. Sé que es poco, pero ya que no me salen las palabras para decírtelo a la cara sólo puedo manifestarlo para que todo el mundo sepa que eres tú, sí tú, la persona que más me importan dentro de este círculo que da vueltas mientras que unos duermen y otros siguen despiertos.

"Querido tú. Si tú. No es como normalmente empiezan a escribirse las cartas. Pero es que quiero escribir algo tan fuera de lo normal, especial, sólo para ti... Algo que sólo tú puedas recordar.

Hace escasamente unos años y algún que otro mes, o meses mejor dicho, una chica estaba detrás de una pantalla iluminada. Dedicaba su tiempo a leer, pero nunca imaginó que le enamoraría más una palabra que un libro entero lleno de ellas. Sin embargo, lo que le resquebrajó el corazón no fue esa simple palabra, ese monosílabo, ni ese sonido de animal canino... Lo que realmente le trastocó los esquemas era la persona que lo escribió, pero que en otras circunstancias se lo hubiera dicho a la cara si hubiera sido preciso.

Después de algunos intentos nulos por no querer contestar o por tener miedo a ello apoyó su mano en la barbilla y comenzó a pensar que le podría contestar a alguien que no conocía, a esa persona que le había dejado un simple comentario, que ni así se podría llamar. Un pequeño individuo que con una palabra la dejó boquiabierta.

-¿Qué puedo decirle?

Se preguntaba la chica sin llegar a ninguna conclusión final. Aun así siguió pensando, pensando y pensando... Y por fin le llegó aquella bombilla iluminándole la mente, aunque no mucho porque tampoco escribió nada del otro mundo. Recuerdo que era algo simple, casual, no fuera de sus hábitos y que cualquier otra persona, en su lugar, hubiera preguntado. Preguntó quien era y le dio las gracias por aquello que le dejó escrito, sin sentido, en una página donde había una foto suya.

El chico, sin pensárselo tanto como ella, le contestó rápidamente, sin dilaciones. Él no iba  dejar escapar las oportunidades cuando se le presentaban, y ella era una muy grande.


Ella no daba crédito a lo que veían sus ojos, ¡le había contestado!. ¡Había respondido a esa pregunta absurda!. Y si él no se pensó escribirle de nuevo ella no debía ser menos.

Así estuvieron bastantes días, escribiendo, contestando, mandando, recibiendo ... Hasta que llegó el gran día que el lenguaje escrito llegó a manos del verbal. Los nervios le traicionaban tanto a él como a ella, pero no importaba. Él se armaba de valor y ella sin embargo, pequeñita al otro lado del auricular, callaaa, tímida, contestaba con monosílabos y simplezas. Las conversaciones telefónicas no cesaban, la chica se iba soltando un poco más. Él le había ayudado a que sus miedos y temores desaparecieran para darle una nueva oportunidad al amor ...


Y así llegó el primer día. Con sus mariposas en el estómago, con toda la noche por delante para que despertaras y volvieras a dormir sin éxito. Esos madrugones, que no te pegarías ni para ponerte a estudiar pero sí para arreglarte y conocer al chico que años y meses más tarde sería el hombre de tus sueños, el chico de tu vida, la criatura que te sacará una y miles de sonrisas y que a la vez te hará llorar, inconscientemente, pero que arreglaría el mundo con un sólo dedo si de cuidarte se tratase."

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