Reina Roja Jack Escarcha El intercambio Lucía en la noche El Paciente Casi, casi No es mío El jardín del gigante

Lady Rouse.

La tumbé en mi cama. En ella se desmayó y se desvaneció a la vez que su cuerpo emitía vibraciones hasta que conseguí taparla con toda la ropa que había a mi alrededor. El cuarto era una leonera, pero con ella todo estaba en orden. Sólo necesitaba reflejarme en sus ojos y que ella penetrase en mis pensamientos. Que fuera una imagen real y no una representación ilusoria en mi cabeza.
Me dio la espalda. Ella solía dormir mirando a la derecha, donde se encontraba la pared más sucia de la casa. Pero esa suciedad tenía que estar allí, porque representaba sus dibujos y los míos borrados por la humedad. Mis dedos acariciaban el café que desprendían sus cabellos. Me había despertado por completo. Mis manos pasaron de estar ásperas y ser lo más parecido a un estropajo, a conseguir algodón en mi tez.
No pararía de acariciarla. Mi inspiración se fue con ella y mi mano que estaba desocupada buscaba a ciegas un bloc que andase por donde fuera para poder dibujar su semblante dormido. Ella era mi musa. Ella lo era mi todo. Mi despertar y la razón de mi existir. Sé que sonaba a típica frase de película, pero no es tan real, como en ellas. El estar mirando cara a cara, el cuerpo a cuerpo y el tener sus labios frente a los míos la última vez que pronuncié esas palabras mirándola a los ojos. De nada sirvió. Se fue. Y con ella toda mi creación.

Ahora que ha vuelto no quiero perder un segundo. Esperaba que viniera para quedarse. Esa era una de las muchas escapadas que hacía al cabo de los días, a pesar de que habían pasado meses y que se hicieron eternos para mí, para verme en cualquier recóndito lugar. Era una rebelde. Una desobediente. No seguía normas y para ella no existían las leyes. A pesar de su mayoría de edad le gustaba que la llamase "pequeña, mi dulce y pequeña Lady".

-¿Max? ¿Estás ahí? - preguntó una vocecilla que se encontraba a mi lado.
-¡Shh!. Descansa pequeña Lady. Necesitas descansar. Mañana te llevaré a un lugar maravilloso.
-De acuerdo - me regaló una media sonrisa y cerró de nuevo los ojos que hace unos segundos estaban buscándome.

Yo seguía dibujando. Esa lamparita que se encontraba en mi mesilla de noche, por llamar de alguna forma a aquellos montones de revistas de Rock and Roll y Pop Internacional, me estaba ayudando a acabar el boceto que estaba llevando a cabo de mi Lady. Pero no podía más. Mis ojos estaban cansados. Era media noche y prefería disfrutar notando el calor del cuerpo de ella a estar sosteniendo un rígido lápiz que trazaba lineas por doquier. Sin embargo, estoy muy feliz de mi resultado. Me quedó intachable a pesar de la rapidez con la que iba diseñando algo que el hombre delineó mejor que la propia imaginación. El cuerpo de Lady, el perfectísimo cuerpo de Rouse.

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