Reseña | Me vuelves loco de Isabel Keats

ISABEL KEATS | ME VUELVES LOCO | AÑO 2017 | 300 PÁGINAS
 AMAZON PUBLISHING | ISBN: 1542045479 | 1/5 ⭐ | COMPRAR AQUÍ: AMAZON

Normalmente antes de presentaros un libro me ando por las ramas y me pongo a divagar. Esta vez no va a ser así y nos vamos a ir directos al grano porque aquí hay tela que cortar y que tirar. Soy consciente que quienes os paséis por estos lares - por suerte no todos - no leeréis la mitad de la reseña. Lo único que os puedo adelantar es que si queréis conocer lo que esconde esta novela os podéis ir directamente a la parte de los personajes, los aspectos positivos y negativos y a la recomendación.

Antes de hablaros sobre lo que me ha parecido el libro os voy a dejar las reacciones de mis compilectoras. Todas las opiniones son completa y absolutamente válidas. El hecho de que a una le haya gustado más y a otra no, no supondrá ningún problema para cualquiera de nosotras. En cuanto me pasen los enlaces de las reseñas las enlazaré en la leyenda de la imagen. 

Reseña Kassy (aquí) GoodReads Cristina (aquí) Reseña Iris (aquí)

    Portada y título: la portada es más veraniega que otoñal, lo sé. Para la #LCOtoñal no pegaba ni con cola pero oye, como dice mi abuela, sino pega, araña. Elegí una serie de libros e hice tres packs en los que había de todo - thriller, romántica, comedia... - pero salió Me vuelves loco ganador. Y ahora me pregunto yo, ¿dónde estaría toda esa gente que votó por este libro? Nada. Ni se les invitó, ni se les esperaba. El título original y aunque le haya encontrado el sentido la verdad que ahora que lo pienso no me gusta ni un pelo. El apelativo "loco" en este libro se utiliza demasiado a la ligera. Más tarde en los siguientes apartados lo entenderéis. 

    Estructura interna: la novela se divide en 30 capítulos y un epílogo. Es de agradecer que esas 300 páginas se camuflen y haga que los testimonios, contados desde la perspectiva de Konrad, Alicia, Jennifer y Elena, se hagan cortos. Creo que es la única parte positiva que encontraréis en esta reseña que se torna negra. Muy negra. 

    Trama: la trama es de lo más simple. Chico conoce a chica. Chica odia a chico. Chico hace todo lo posible para que chica se enamore de él. Chica cae en las redes del chico. Chico y chica felices para siempre.
Y creedme que os lo he reducido lo máximo. Total y libre de spoilers. Dicho de otra manera Konrad conoce a Alicia, una diosa empresaria que se presenta como su vecina, pero esta le odia porque es el adonis invertido. Ninfómano, alcohólico, fiestero, fumador,... La antítesis de lo que era su ex novio. Sí, el mismo que le puso los cuernos con su hermana - topicazo a la vista -. Sin embargo, aunque Konrad no sea el prototipo de chico que le gusta a Alicia, este hará lo posible para enamorarla aunque ello signifique cambiar física y personalmente para entrar dentro del canon de bellaza de su vecina. Dicho esto, creo que sabréis como acaba la cosa, ¿verdad? ¡BINGO! Como se olía desde la primera página. Para nada es una novela que vende cliché por capítulo. Dios nos libre de lo que os queda por encontraros en este ejemplar.
Es una comedia romántica, que de romántica tiene poco y de comedia más de lo mismo. Al menos a mi no me ha hecho ni pizca de gracia encontrarme con varias escenas y actitudes. Juzgad por vosotros mismos. Os adelanto que donde más me voy a explayar es en la parte de los personajes y aspectos positivos y negativos por si os interesa iros directamente a esa parte y obviar todo lo que diga de ahora en adelante.

- Será mejor que te acostumbres a que te bese y te toque a menudo, Alicia Palafox - murmuré para mí -. Forma parte de la novedosa y eficaz terapia del doctor Landowski.

    Personajes:  en este apartado no sé como meter mano sin ofender a nadie. La verdad que mi tacto se esfuma cuando leo unas expresiones, más propias de hombres que de mujeres, que me desquician la vida. Adelantar que existe una evolución, literal, en los últimos capítulos. Si el libro dispone de 30, digamos que allá por el 27-28-29 se ve que se salva la mierdipersonalidad (sí, concepto propio que me acabo de sacar de la manga) que ha ido acompañando a los personajes a lo largo de la novela. Porque claro ¡INVOLUCIONAR ERA MERAMENTE IMPOSIBLE! Dicen que cuando la cosa va mal, siempre puede ir a peor. En este caso no ha sido así; válgame el senior. Las únicas personas, que no ha sido difícil que me caigan bien porque han aparecido dos veces contadas, han sido la madre de Konrad; Monika, y la madrastra (qué mal suena esa palabra, nunca me ha gustado) de Alicia; Elena. Fuera de todo eso, todo lo demás me ha parecido demasiado basto. Desde la personalidad de los personajes hasta el propio físico; ¿es necesario repetir lo buenísima que está la protagonista y lo buenorro que se vuelve Konrad después de llevar una vida más saludable? Porque me ha quedado claro que son una fitness couple perfecta de principio a fin. De hecho, bien se sabía que, aunque nuestro protagonista masculino estuviera fofo, fumase como un carretero, se atiborrase de comida basura y bebiera como un cosaco en la noche de San Juan, al final acabaría consiguiendo el tipín de Mariano di Vaio (id, id a Google y deleitaros). Vamos que eso se olía a la legua y no había que ser un erudito para caer en la cuenta. No obstante os voy a hablar más de cada personaje, sobre todo de Alicia, Konrad y Jennifer, alias Verena, porque son dignos de tratar por separado.
Empecemos por el plato, digamos, menos fuerte: Alicia. Nos encontramos con una adulta, dueña de una de las empresas de decoración más famosas de América, Palafox & Co., que abandona España engañada por su ex novio Nacho y su hermana Paula (o hermanastra, porque se ve que a la autora las relaciones de consanguinidad no le han quedado muy claras). Total, que se va a las américas con una mano delante y otra detrás y monta un "imperio" de la nada con su amiga Sandra. Es una chica fit, fitness y con un TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) - que para que nos entendamos es un comportamiento que a través de marcar rutinas y "manias" va relajando la ansiedad -. Pero claro, ¿adivináis con qué está obsesionada la protagonista? Os doy unas pistas: mujer, soltera, encerrada en casa, excesivamente ordenada,... ¡EXACTO! Una obsesión irremediable e irrefrenable con el tema limpieza. Luego nos quejamos de que salgan féminas en los anuncios de detergentes, aspiradoras, etc, etc... ¡Pero si hasta en los propios libros estamos potenciando y normalizando ese oficio para la mujer! En fin. Lo que más me ha chirriado de todo es que se presenta como una mujer de armas tomar y luego con que Konrad le "coma un poco la oreja" se deja hacer y manejar a su gusto y disfrute, presentando una actitud sumisa y sin negarse demasiado; ¡Y ESO QUE VIENE SUUUUUUPER DOLIDA DE UNA RELACIÓN AMOROSA!
Después nos encontramos con Jennifer, alias Verena. Una chica de 15 años. La madre, drogadicta y menos pulcra que una mofeta, tiene un novio que intenta abusar de su hija. Vamos que va a violarla nada más salir de la ducha. ¿Me queréis decir donde está aquí la gracia? Yo no se la termino de ver. Parece ser que en toda comedia romántica tienen que meter un poquitín de drama. Para más INRI, esta chica es un desecho social; como quien dice. Se pasa por la piedra a todo joven que se le cruza, se dedica a repartir los pedidos de comida a sus vecinos (de ahí que Alicia, Konrad y ella se conozcan), que vaya maquillada como una puerta y que sus notas vayan tan en descenso que pueden esconderse perfectamente debajo de la cama. Vaya, un portento de adolescente. No os puedo contar más de ella porque os desvelaría una tierna parte del libro.
Y por último, ¡Y EL MÁS IMPORTANTE!, Konrad Landowski. Con este personaje yo creo que voy a pedir a alguien que pare el mundo que yo me bajo. Empecemos por su presentación e iremos desmenuzando su actitud tan varonil (véase la ironía). Si pensábais que no me quedaban pelos en la lengua - acabo de ir a la peluquería y de lo que le han sobrado a las clientas me lo he tragado sin anestesia ni nada porque aquí tenemos tela que cortar, tanto que podríamos hacer cortinas para toda la Moncloa  y nos sobraría para la Casablanca -. Nuestro protagonista masculino es el antimaromo. Antimaromo - que no es que lo diga yo, que lo piensa y manifiesta Alicia en gran parte de la novela - porque es un foferas. Vamos que el puesto a Fofito se lo ha quitado, y no solo la parte de payaso, que también, sino que se ha comido a Miliki, Fofó y a toda la troupe. Vaya, que es un hombre gamba, pero en este caso nos comemos la cabeza y lo que tiramos es el cuerpo.
Siguiendo en la misma línea, ya no es que solo fuera un payaso por fuera sino que por dentro se ha coronado, en todos los aspectos. Actitudes y comentarios machistas, cosificación sexual - tratar a otra persona, en este caso a Alicia, como un objeto sexual para su desfogue -, superficialidad,... Vaya que Konrad es una caja de bombones, aunque mejor dicho el bombón es él y no precisamente porque esté relleno de licor, sino porque está cubierto, envuelto y revuelto en veneno. Su madre será una santa pero vaya hijo de la gran Chita que está hecho. ¿Adivinad qué? ¡LA CASA SE LA LIMPIA Y ORDENA UNA MUJER! La señora Williams - hola bienvenidos de nuevo estereotipos -. Porque claro, él un guionista de cine no puede llevar a cabo tareas del hogar junto con la narración de su guión, ¡es mucho pedí! Este que se limite solo a escribir, porque cada vez que habla la caga con sus bromas de mal gusto, pesadas y sin chispa ni gracia alguna.

Aquel pensamiento repentino ni siquiera me sorprendió. En realidad, lo intuía desde la noche de mi rotundo fracaso con Sarah. Por muy borracho que estuviera, siempre había cumplido con las mujeres como un campeón [...]

    Pluma de la autora: no es la primera vez que leo a Isabel Keats, pero si es la primera novela con la que me pierdo - literalmente -. Aquí tenéis la reseña que hice de su relato Patas de alambre y que tanto me gustó aunque tuvo alguna otra cosa que me chirrió. La cuestión es que el tema de la redacción no es lo que menos me gusta de la autora. No pierdo el hilo mientras voy leyendo así que por esa parte genial. No obstante, me molesta más que trate tan a la ligera algunos temas como los que voy a mencionar en el siguiente apartado o de los que ya he hablado en anteriores epígrafes - no me quiero repetir -. Entiendo, creo y comprendo que como mujer no escribiría nunca algo que dejase al sector femenino a la altura del betún; este no ha sido el caso. Nos deja como un objeto sexual y superficiales. Eso es lo más básico que rescato de Me vuelves loco. Lo dicho, no tengo nada en contra de como narra Keats, pero si de la manera en la que trata algunos temas que, como mujer, me horrorizan.

Esta vez no hice nada por reprimir la pasión que me desbordaba cuando estaba cerca de ella. Sin demasiada delicadeza, la obligué a abrir la boca y, en el acto, mi lengua tomó posesión de aquel territorio , casi inexplorado, por derecho de conquista.
Ali trató de apartar la cabeza, pero no se lo permití.

    Aspectos positivos y negativos: he calificado a este libro con 1 ⭐ en GoodReads - puedes encontrarme como Carol Sanguez -. Directamente me asusta que este tipo de libros llegue a lectores iniciales. No me gustaría jamás toparme con este tipo de novelas cuando a penas tengo dieciséis años y normalizo situaciones y comentarios tóxicos como los que se han dado en este libro. Voy a ser escueta en este apartado. Podéis volver al apartado de personajes que es donde más y mejor me desahogo. Sin embargo, os voy a dar unos ápices de lo que no me ha gustado y que he hablado de ello un tanto por encima.
Como mencioné anteriormente, hay actitudes machistas por parte de Konrad que no he compartido, y que no compartiría nunca. ¿Le tiene que limpiar una mujer obligatoriamente la casa? ¿Tiene que ser una mujer? No sé, creo que una evolución de este en temas de limpieza no habría venido nada mal; sin embargo, hemos preferido que vaya a mejor en el tema físico, porque su mentalidad sigue empecinada en el sexo. Las relaciones sexuales son el antídoto para todo. A Konrad no le es necesario tener ninguna discusión para que después haya una reconciliación; él va a lo que va que es a desfogarse, lo demás está de más. Ha sido como volver al año pasado mientras me estaba terminando la última parte de 50 sombras de Grey. Menciones al sexo, página tras página. ¿Lo peor? Que se alude a él constantemente pero que luego a la hora de la verdad ni chicha ni limoná.
Luego tenemos el tema documentación. En los últimos capítulos del libro aparece Paula. Cuando se habla de este personaje no ha quedado claro si es hermana o hermanastra; al menos no hasta que Elena, la madre de ella y madrastra de Alicia, da un poco de lucidez a etiquetarla de una cosa u otra. Ambas comparten padre, por lo que de hermanastras tienen bien poco. Si la autora ha querido utilizar dos palabras como "sinónimos" - que no lo son ni de lejos - ha metido la pata estrepitosamente. Para aquellos a los que aún no les haya quedado clara la GRAN DIFERENCIA CONCEPTUAL entre una cosa u otra os lo voy a aclarar en 1 minuto. Hermanos es cuando comparten una relación de consanguinidad; es decir, comparten ambos progenitores o uno de ellos, madre o padre. Hermanastros cuando no hay relación de consanguinidad y los hijos provienen de otros matrimonios que nada tienen que ver con la pareja actual. En la Cenicienta, sus hermanastras provienen de otro matrimonio, no han sido concebidas por el padre de ella. O sea que no, Paula y Alicia no son hermanastras sino hermanas.
Contemos también la serie de clichés que hay por el libro. Mujeres obsesionadas con la limpieza - que sé que lo he repetido mucho pero es que en serio, me mata -, hombres que se convierten en dioses del Olimpo,... Sin contar la varonilidad que está tan bien repartida a lo largo de la novela frente a la compasión, sumisión y pena que hay que sentir por la protagonista femenina, ¿acaso va a ser la primera o la última a la que un hombre engañe? Casualidad es que a Konrad en el amor - si es que se le puede llamar como tal lo que él pueda tener con alguna mujer - le vaya de puñetera madre.
También, y por último - porque tampoco quiero minaros la moral con esta nefasta lectura -, el momento en el que se habla de la violación o se hace mención a ella me ha parecido una manera muy frívola de contemplarla en estas páginas, por lo que no puedo pasar olímpicamente de ello sin dejaros una frase ⬇ para que juzguéis por vosotros mismos.

- Quieta, Ali, que no voy a violarte. Al menos, de momento.

    ¿Recomendado?: no, para nada. Ni lo más mínimo. Tendrá otros libros que sean una maravilla, pero este no lo es y, como estamos hablando aquí en confianza, si fuera tú no perdería mi tiempo dándole una oportunidad a un libro tan vacío de todo. Vacío de contenido, vacío de amor propio, vacío de sensatez. En mi caso particular no te lo recomiendo. Está lleno de cosas de las que hay que huír. De clichés, de estereotipos, de machismo, superficialidad, sexualidad - pero de la mala, de la que deja pupita en el 💔 -, de muchas otras cosas que cualquiera no querría encontrar en un libro.

Miré la dorada cabeza cubierta por una gorra blanca inclinada delante de mí y comprendí que, a pesar de aquella deliciosa postura de sumisión, era yo el que me había convertido en su esclavo. Era incapaz de negarle nada: Ali podía hacer conmigo lo que se le antojada. De pronto, imaginé las infinitas posibilidades eróticas de aquella idea y una sonrisa lasciva se dibujó en mis labios. 

En definitiva, Me vuelves loco se nos presenta y se nos vende como una novela llena de segundas, terceras y hasta cuartas oportunidades, pero que se ha convertido en una lectura rebosantes de clichés por capítulo. Un libro que tras ser leído nos muestra la cara de la toxicidad de una relación entre iguales, presentada mediante un amor, que de cómico tiene poco, y un romance que, en la vida real, duraría tres días contados.

¿Tenéis algún título que os haya horririzado leer?

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